martes, 27 de octubre de 2009

LA REFORMA ANGLICANA

Durante la Edad Moderna (1453-1789)se produjeron varios movimientos que produjeron una separación de la unidad religiosa que tuvo lugar hasta ese momento en Europa. Esos movimientos religiosos se produjeron durante el Siglo XVI y fueron los siguientes: Luteranismo, Anglicanismo, Zwinglio y Calvinismo.
En esta entrada del blog se tratará únicamente el tema del anglicanismo, que será ampliado en posteriores blogs.


El anglicanismo solemos asociarlo al rey inglés, Enrique VIII. Inglaterra evolucionó desde el cisma disciplinar que había en el año 1534 hasta la afirmación plena de un modo particular de la iglesia protestante, en el año 1559. Esa evolución se produjo de una forma bastante lenta, que fue evolucionando durante un cuarto de siglo. Los problemas sucesorios y las alianzas diplomáticas de sus reyes forzaron los cambios a favor de un sentido o de otro, impuestos desde arriba y siempre contando con el apoyo del Parlamento.

Enrique VIII (1509-1547) fue decisivo en el inicio de la ruptura con Roma. El rey tuvo un grave problema en 1525, y es que tras una hija y cinco nacimientos malogrados con su mujer, Catalina de Aragón (1485-1536), no podía esperar descendencia masculina, y comenzó a flirtear con la que fue la mujer de su hermano. Por ello intentó anular el matrimonio con su mujer y volver a casarse. Esa nulidad matrimonial fue impulsada por el canciller Thomas Wolsey en Inglaterra, pero fue avocada por Clemente VII en Roma, en el año 1529, y ralentizado por los intereses diplomáticos por parte de Carlos V, que era sobrino de Catalina. A raíz de eso, Enrique VIII decidió romper con la jurisdicción de Roma.

En el año 1533, Thomas Cranmer, que era el nuevo primado de Canterbury, declaró la nulidad del que era el primer matrimonio del rey, y a su vez declaraba válido el matrimonio de este con Ana Bolena, la cual ya estaba embarazada. Un año después, en 1534, el Parlamento aprobó las grandes leyes cismáticas con Roma. La ruptura, únicamente política, contó con un amplio respaldo parlamentario, pero también con la oposición de algún católico. La supresión de 291 pequeños conventos y monasterios, en 1536, seguida de la de los mayores y de otras rentas de cofradías, puso en manos del rey enormes propiedades, con la que generó una clientela nobiliaria y eclesiástica agradecida. Pero también provocó el descontento del campesino, que resultó endémico en los condados del Norte, celosos de los usos colectivos de la tierra que los nuevos cercamientos suprimían.

Enrique VIII, con apoyo del Parlamento, reguló la doctrina y la liturgia de la Iglesia de Inglaterra con gran prudencia y una calculada ambigüedad. Aunque fuera rebelde con Roma, siguió siendo antiprotestante. Durante dos años, en 1536 y 1537, se publicaron 2 libros La Confesión de los diez artículos y el libro de los obispos, adelantaron alguno de los cambios de la Reforma: supremacía de la Escritura, imposición de la liturgia en inglés, celibato sacerdotal voluntario, reprobación de indulgencias y reliquias, obligación de los párrocos a predicar. En esos años se fue difundiendo el uso de la Biblia en inglés, acompañada de un Homiliario de carácter reformista de Cranmer.

El reinado de Eduardo VI (1547-1553) permitió a los elementos más claramente protestantes avanzar en el sentido de la auténtica Reforma doctrinal. La misa dejó de contener la idea de sacrificio y de presencia real de Cristo: los altares se sustituyeron por mesas de madera, la liturgia volvió al inglés, cobró más importancia la Palabra, desapareció la misa diaria, los vasos litúrgicos y otros objetos sagrados fueron incautados, se abolieron las fundaciones de misas. Obispos y presbíteros pudieron volver a casarse. Solo ser reconocieron 2 sacramentos: Bautismo y Cena. Al igual que sucedió con el antiguo monarca, Enrique VIII, los cambios se introdujeron como obligación uniforme para todos, mediante Actas de uniformidad y Libros de preces, aprobadas por el Parlamento y por juntas de obispos afectos.

Maria de Tudor (1553-1558), que era hija de Catalina de Aragón, y estaba casada con Felipe II de España, intentó restaurar el catolicismo. El cardenal Reginald Pole, exiliado en Roma desde 1536, regresó como legado papal plenipotenciario y fue hecho obispo de Canterbury. El Parlamento derogó la legislación anterior. Procedió a la purificación del reino mediante la quema de 273 herejes, entre los que estaba Thomas Cranmer. Finalmente terminó triunfando la Reforma y la reina pasó a los anales de la historia como Bloody Mary.

El gobierno de Isabel I (1558-1603) permitió la afirmación paulatina del anglicanismo como una variante de la Reforma protestante. Ella era hija de Ana de Bolena y fue una de los perseguidos por Maria I. Mantuvo unas relaciones tensas con la Monarquía Católica en España, Irlanda, las Indias y los Países Bajos.

En 1559 el Parlamento restableció el Acta de Supremacía, el Acta de Uniformidad y el Libro de Rezos. Los 39 artículos de la fe del año 1563, que eran una nueva versión de los de Cranmer de diez años antes, tenían un aire un poco mas calvinista. Desde que fueron excomunados por Pío V en el año 1570, aumentó la presión sobre los católicos. La mayoría de los católicos optaron por hacer compatible su fe y su fidelidad política.



David Rodriguez Gómez

2 comentarios:

  1. Estimado David:
    Buena entrada. Sólo faltaría citar la fuente de información.
    Atentamente,
    David Alonso

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  2. La bibliografía es Historia moderna universal de A. Floristán, en la parte referida a las religiones

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